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Un relato épico de la batalla de décadas para controlar lo que se ha convertido en el recurso más crítico del mundo: la tecnología de microchips, con Estados Unidos y China cada vez más en conflicto.
Quizás le sorprenda saber que los microchips son el nuevo petróleo, el recurso escaso del que depende el mundo moderno. Hoy en día, el poder militar, económico y geopolítico se construye sobre la base de chips de computadora. Prácticamente todo (desde los misiles hasta los microondas, desde los teléfonos inteligentes hasta el mercado de valores) funciona con chips. Hasta hace poco, Estados Unidos diseñó y construyó los chips más rápidos y mantuvo su liderazgo como superpotencia número uno. Ahora, la ventaja de Estados Unidos está disminuyendo, socavada por competidores en Taiwán, Corea, Europa y, sobre todo, China. Hoy en día, como revela Chip War, China, que gasta más dinero cada año importando chips que importando petróleo, está invirtiendo miles de millones en una iniciativa de construcción de chips para alcanzar a Estados Unidos. Lo que está en juego es la superioridad militar y la prosperidad económica de Estados Unidos.
El historiador económico Chris Miller explica cómo los semiconductores llegaron a desempeñar un papel fundamental en la vida moderna y cómo Estados Unidos se volvió dominante en el diseño y la fabricación de chips y aplicó esta tecnología a los sistemas militares. La victoria de Estados Unidos en la Guerra Fría y su dominio militar global se debe a su capacidad para aprovechar el poder informático de manera más efectiva que cualquier otra potencia. Pero aquí también China se está poniendo al día: sus ambiciones de fabricación de chips y su modernización militar van de la mano. Estados Unidos ha dejado que componentes clave del proceso de construcción de chips se le escapen de su alcance, contribuyendo no sólo a una escasez mundial de chips sino también a una nueva Guerra Fría con una superpotencia adversaria que está desesperada por cerrar la brecha.
Esclarecedor, oportuno y fascinante, Chip War muestra que, para dar sentido al estado actual de la política, la economía y la tecnología, primero debemos comprender el papel vital que desempeñan los chips.